El juicio es ciertamente exagerado; pero, sin embargo, debe recordarse que la introducción en las colonias americanas de los libros condenados por la Congregación del Índice se debe en gran parte a los filibusteros. Sabemos, por la unánime afirmación de los cronistas contemporáneos, que las curules de los miembros de aquellos cabildos paródicos eran descaradamente vendidas y que sus decisiones eran por regla sugeridas por los gobernadores y obispos, y cuando no era así, los gobernadores y los obispos las revocaron (algún ejemplo consta en las Actas capitulares de Buenos Aires, I). El hecho de que algunos mestizos alcanzaran altos lugares en el campo de los estudios -recordemos, por lo demás, el ilustre ejemplo de Garcilaso de la Vega nacido de un conquistador y una princesa inca y que quedó en la historia literaria por sus Comentarios (1609)- sólo prueba que el ingenio siempre encuentra, individualmente, una manera de expresarse. La masa, en cambio, quedó sin educación, embrutecida, siendo tal el interés de los gobernantes, que consideraban sospechoso al criollo o mestizo provisto de educación o riqueza: así se denunciaba al profesor José Perfecto Salas como peligroso, pues la educación y la riqueza son” malas cualidades en un vasallo indio".
Vale más de tres puntos. Más allá fue el Conde de Aranda, quien en 1783, preocupado por el nuevo espíritu que circulaba en las colonias americanas y previendo sus consecuencias, abogó, en un memorial presentado a Carlos III, por la creación de tres reinos independientes (México, Perú y Costa Firme), gobernada por infantes de la casa de España. Armados con un pase imperial, tres españoles partieron hacia la ciudad sagrada de los Incas con el encargo de solicitar la entrega del oro. Carlos de Borbón (Carlos III para los sicilianos, que tenían la misma cuenta de los reyes españoles, y VII para los napolitanos, que en cambio confiaban en el conde de los reyes franceses, que, sin embargo, no habían tocado la corona de Sicilia) dio la bienvenida y prometió respetar los privilegios de esta ciudad. Pero la mayoría de las veces, al menos con mayor franqueza, la Tesorería se revigoriza procediendo a la confiscación del cargamento de los galeones, y notificando secamente a los propietarios. Algunas, de carácter técnico, como la Real Escuela de Botánica (1788) y la Escuela de Minas (1791), ambas en México, como los observatorios astronómicos y otras escuelas de ciencias naturales, etc., fueron escasamente concurridas. En 1573, Tourinho, remontando el río Doce, había descubierto esmeraldas en el actual estado de Minas Geraes.
Incluso Campillo, ministro de Felipe V, en un libro publicado póstumamente en 1789 (Nuevo sistema de gobierno económico para la América), señalaba que el sistema político-administrativo adoptado para América había sido concebido así, en tiempos de Carlos V, debido a la necesidad de resistir al elemento indio, numeroso y guerrero, y que entonces tuvo su razón de ser; pero que esta razón ahora estaba desapareciendo, y era necesario hacer una revisión completa, basándola sobre todo en la libertad económica. Lo que nos parecen faltas eran normas constantes en los estados europeos y con mayor razón debían ser aplicadas en las colonias, territorios conquistados. Es por esto que algunos escritores han podido afirmar que los bucaneros fueron los fundadores del separatismo estadounidense. La Lazio, que el 19 de junio de 1926 había cambiado su nombre por el de Società Sportiva Lazio, a pesar de debilitarse aún más por la despedida de "Fuffo" Bernardini (vendido al Inter), logró después de solo una temporada regresar a la máxima categoría gracias a la primera plaza obtenida en el Grupo D de Primera División. Otra razón es que muchos alemanes entraron en conflicto por la tierra con los huilliche, mapuche y otros indígenas chilenos. Además, incluso las facultades científicas estaban sujetas a la supervisión religiosa; los estatutos de la Universidad de Santiago de Chile, pág.
También hubo, en el sec. XVIII, ocho capitanías: Venezuela, Chile, Puerto Rico, Cuba, Luisiana, Florida, Guatemala y Santo Domingo. Tras su expulsión, el gobierno favoreció la fundación de algunos colegios, como el Carolino de Santiago de Chile, el S. Carlos de Lima, otro S. Carlos y otros dos colegios en Buenos Aires, etc. ; pero las autoridades siempre se mostraron, más o menos abiertamente, contrarias a cualquier desarrollo de la cultura que no fuera en un sentido estrictamente teológico. Los abogados, especialmente si eran criollos o mestizos, eran mirados con gran recelo y se oponían todo tipo de obstáculos para el ejercicio de su profesión: así, en las universidades peruanas, la ley prohibía la matrícula de estudiantes mestizos, negros o mulatos; y cuando los habitantes de Buenos Aires pidieron la creación de una universidad, el obispo De la Torre se opuso con todas sus energías, como si se tratara de un sacrilegio. No es de extrañar entonces que, a fines del siglo XVII, una ciudad como Buenos Aires, que ya contaba con diez mil habitantes, no tuviera médico y su cabildo pidiera en vano al rey fondos para un hospital. Tras un periodo en el que Valencia estuvo gobernada por los señores musulmanes de Toledo, la ciudad pasó a manos del rey de Castilla Alfonso VI en 1085. La ciudad se expandió a lo largo de este período y fue necesario construir una nueva muralla.
